jueves, 13 de diciembre de 2007

La vida de Oharu (Saikaku ichidai onna, Kenji Mizoguchi, 1952, 148 min)

Con La vida de Oharu, también conocida como "La vida de una mujer", Kenji Mizoguchi gana su primer premio en el festival de cine de Venecia (1952). Luego obtendrá un León de oro del mismo festival gracias a "Sanshô dayû" tan sólo dos años después.

Antes de reseñar esta película creo adecuado indicar al lector cómo conocí a este extraordinario director.
Viendo el documental "Dirigido por Tarkovsky" un periodista le pregunta al realizador ruso por los directores que él admira, Tarkovsky responde que le interesan aquellos que son capaces de crear sus propios mundo y entonces cita a algunos; Buñuel, Bresson, Kurosawa y Mizoguchi.
Cuando tuve la oportunidad de ver este documental había estudiado a los tres primeros pero a Mizoguchi no lo había oído siquiera nombrar. Como me fue imposible conseguir alguna película suya leí un libro sobre el director el cual me inquieto profundamente. Lo que me interesó de Mizoguchi fue su pasión por la vida y lo mundano pero principalmente su interés por que el cine japonés fuera apreciado no por lo exótico de sus trajes o de su raza sino por el alma que siente bajo esa superficie.


"Me parece bien que los europeos sientan la belleza japonesa, y que disfruten de
ella. Pero sería mejor si fuéramos capaces de expresar el alma que siente la
belleza bajo los tejidos y las telas que ellos tanto admiran. Tenemos que
hacerles sentir tanto la belleza de la seda como "el corazón japonés" escondido
bajo esta tela". (SANTOS, Antonio, Kenji Mizoguchi, Cátedra. 1993, p38)

Volviendo a la película, La vida de Oharu tiene esa crudeza vital propia del director. Oharu, una hermosa mujer, representada notablemente por Kinuyo Tanaka vive una tragedia gracias a su más grande virtud, la belleza física. La película transcurre en el lapso de tiempo que comprende la juventud de Oharu hasta su vejez. En ese tiempo vemos como la protagonista pasa de ser una bella cortesana para convertirse en una prostituta que termina convertida en una anciana loca y mendiga .

Formalmente esta película no puede pasar inadvertida. Magestuosos planos secuencia componen toda la puesta en escena y claro está, la ausencia total de primeros planos le dan un tono lejano y un poco cínico. Al respecto diría Mizoguchi:

"Es innecesario apoyarse en los primeros planos, excepto cuando esta parte
señalada guarda relación con el contexto del drama. Odio los primeros planos." (SANTOS, Antonio, Kenji Mizoguchi, Cátedra. 1993, p36)

El manejo de la dramaturgia de La vida de Oharu no deja de ser interesante, está compuesta como una especie de crescendo dramático en el que la vida de Oharu se hace cada vez más patética y miserable recordando un poco el modelo de heroína de Lars Von Trier en "Rompiendo las Olas" y "Bailarina en la Oscuridad". Una tragedia sucede una tras otra mientras van apareciendo algunas oportunidades de redención que no hacen más que nublar su porvenir. La belleza de Oharu termina siendo su condena convirtiéndola en una anciana repugnante. Ella finalmente pasa a sertodo a lo que le temía.

Es genial la escena en la que Oharu ya hecha una prostituta anciana, se maquilla para parecer más joven y un hombre la lleva a un lugar, al parecer para tener sexo pero finalmente resulta siendo este hombre un sacerdote quien se burla de ella frente a los seminaristas y la usa como ejemplo de las miserias del ser humano.

Siendo una película tan trágica resulta extraño que en ningún momento se sienta compasión alguna por Oharu. Mizoguchi juega con la percepción moral del espectador y lo hace comprender la realidad de la prostituta, de una monja, de la realeza, de un estafador, un ladrón, un hombre honesto, en fin permite habitar gran parte de las miradas de la sociedad.

Otro personaje muy importante en la película es el padre de Oharu encarnado por Ichirô Sugai quien representa la ambición material, un hombrecillo patético quien cifra sus esperanzas en la belleza de su hija a quien trata como una suerte de pertenencia. Cabe resaltar la escena en la que luego de haber sido expulsada del castillo de un príncipe le ordena que se prostituya para recuperar el dinero que él irresponsablemente se ha gastado.

Consigue Mizoguchi con esta película retratar la crueldad del ser humano y como parte de la realización radica en sentirnos mejores unos que otros lo cual hace que rápidamente busquemos peores como referencia. Un gran film que magistralmente establece un ritmo que aunque lleno de acciones no deja de ser lento y contemplativo.

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Nace, hace películas y las critica.